El pasado 5 de noviembre de 2009, en la sede del Colegio de arquitectos de Barcelona, Kengo Kuma ( Yokohama 1954) pronunció una conferencia titulada “ La arquitectura Japonesa y su fusión con la naturaleza”.
En un momento de la charla Kuma mostró unas diapositivas de dos teatros Noh: uno clásico y otro moderno (fig.01 y fig.02), al mismo tiempo explicaba que el teatro noh es la unión de dos mundos: el mundo de los muertos, simbolizado por el escenario (dónde acontece la “representación” de los espíritus-actores), y el mundo de los vivos, correspondiente al público. Kuma recalcó que ambos mundos necesitan un vínculo para co-existir y que éste se realiza a través de un ma o espacio vacío, pero que debíamos entenderlo como un vacío lleno de sensaciones. En el teatro noh clásico este espacio se cubre con gravas, y si aguzáramos el oído, oiríamos el silbar del viento entre las piedras, los matices de la luz reflejada, o sentiríamos el frescor de la lluvia sobre la grava.
Cuando Kuma vuelve a la imagen del teatro Noh moderno (fig.02), nos hace notar con desagrado la ausencia de dicho ma, eliminando así el vínculo existente entre ambos mundos ( vivos y muertos ) hasta banalizarlo.
El concepto MA
Para un Japonés, Ma es un concepto corriente, sin embargo, para un occidental no existe ningún término que lo identifique completamente, tan sólo podemos dar rodeos hacia su significado.
Según el diccionario (Iwanami Kogo Jiten) de japonés antiguo, ma originalmente significa “espacio entre cosas que existen una cerca de la otra; es el intersticio entre ellas (…) En un contexto temporal es el tiempo o la pausa que ocurre entre un fenómeno y otro”. Literalmente Ma significa “entre”. Existe Ma entre personas, entre momentos y entre espacios.
El Ma, como hemos visto en el teatro Noh, puede vincular/separar dos mundos opuestos, o puede ser la transitoriedad entre un estado mental y otro, como ocurre en la ceremonia del té, dónde ,para alcanzar el salón de té, se debe cruzar primero un camino de piedras colocadas “azarosamente” llamado “roji” como describe Kakuzo Okakura¹:
“el roji se destinaba a romper todo vínculo con el mundo exterior y a preparar con una sensación de frescura al visitante para el goce de las más puras fruiciones estéticas que le esperan en la sala de té.”
La casa Japonesa se forma mediante la adición de mas (ya sean éstos mentales, espaciales o temporales), comenzando por el exterior, el engawa ( porche o galería ), hasta la subsiguiente concatenación de piezas del interior de la casa, cada una de ellas en relación con la siguiente y con el exterior. Formando una matriz.
El sistema de suma lleva implícito el sistema de gradación dónde cada unidad transmite información a la siguiente, tensando el vacío que contienen. Luz y oscuridad, naturaleza y arquitectura, público y privado, casa y ciudad, un mundo y otro, son opuestos que se disuelven hasta crear un sistema gradual y continuo. La adición de mas, a su vez, puede relacionarse en distintas configuraciones: concéntricas cómo el santuario de Ise y la casa N de Sou Fujimoto, configuraciones abiertas y continuas, como la villa Katsura, o como espacios matriz tipo el teatro de Almere de Kazuyo Sejima.
La noción occidental del espacio, por el contrario, tiende a semejarse al envés de la forma, de alguna manera, el espacio equivaldría a aquello contenido por la arquitectura.(Pablo Twose y María Pancorbo)